NO QUIERO SER MÁS PUEBLO.
¡Llenemos el país de ciudadanos!
La humanidad lleva siglos escuchando la palabra pueblo que su significado ha sido utilizado para manipular las grandes masas de personas que habitan en una localidad determinada.
Al escuchar pueblo la imaginación se traslada a un caserío humilde donde sobran las necesidades y todos esperan algo en común, como por ejemplo una bolsa de comida.
La mayoría de políticos le huyen a la palabra ciudadano porque es una palabra individual la cual requiere de mayor compromiso.
El ciudadano es creativo, por ende sus peticiones son mayores a las de un pueblo que sólo espera la solución de los problemas en común.
Yo quiero que me respeten y me traten como ciudadano, darle valor a la persona empezando por el correcto calificativo, empieza a dignificarla.
No podemos seguir siendo pueblo y mucho menos habitantes para lograr los aplausos que buscan los políticos con sus discursos llenos de ilusiones populistas.
Ciudadano es lo que quiero ser para enseñarle a respetar las leyes civiles y morales a quienes los políticos tienen engañados con el cuento del buen pueblo.
Hay que comenzar a darle el valor individual al ciudadano y, las mejoras estructurales al pueblo donde habitan los cerebros de las ovejas pusilánimes que les encanta criar a los caudillos trasnochados del socialismo.
Hagamos que la sociedad esté llena de buenos ciudadanos para que el sitio donde habiten deje de ser tratado como pueblo.
¡Adiós al pueblo donde se murieron mis sueños! Decía mi abuelo.
No nos dejemos engañar más con discursos populistas que lo único que logran es volver al ciudadano sumiso y conformista entre un pueblo lleno de esperanzas.
Que genio fue el poeta romano Juvenal al decir la frase que describe la mejor fórmula de sometimiento “Pan y Circo” Una frase no apta para ciudadanos.
